Que trae en el corazón una esponja impregnada de agua y que de tanto en tanto le gotea por los poros o algún orificio de los oídos las gotas de melancolía con u fuerte saudade de extrañar gente, recuerdos o vetustos diálogos que se suspenden de entre las sinapsis que rehúso dejar pasar.
A veces siento que soy una persona triste y que puede sentirse triste en algunas micras de segundo, sin embargo me da algo de felicidad esa tristeza, es como si me mantuviera viva esa delgada línea entre uno y otro mundo, como si a propósito busco regresar para sentir una y otra vez esa sed de tanto experimentar en lo que se transforma la vida en esos momentos.
A veces veo que soy una persona triste pero que tengo la mente y el corazón llenos de momentos donde mucha felicidad circundaba mis mundos, la ambivalencia esta es extraña pero también de forma extraña me hace sentir los shots de vida que mientras intento se consciente sobre lo afortunada que soy y somos, sigue pasándose al contar de los minutos.
Lo sorprendente de saberse una persoma triste es que la percepción del tiempo sí es relativa y es un tesoro vivir esos picos como si anduviésemos en una montaña rusa porque no deseo renunciar a la idea de darme amor y cuidar de la niña interior que traigo dentro.
A veces no deseo ser una persona triste porque en mentes tan activas como la mía algunas cosas son el doble de pesadas y el agotamiento me come pero de pronto me siento yo misma como si fuese una canción de todo la playlist de bossa nova que cargo en el celular y de pronto soy felizmente triste, con mi tristeza bailando por todos lados, me hace llorar pero esta vez no es deprimente sino por el contrario, es real y hasta me toma de la mano con esos agigantados pasos.
A veces no soy triste
A veces soy canción
Otras solo un mal día dentro de una maraña de vidas
A veces soy y creo que por ahora, me gustaría seguir siendo (o no una perso a triste)