Lo bueno de tener una mente como la mía es que puedo imaginar cosas como la tuya,
de saberme agridulce cuando despierto luego de haber estado meditabunda en medio de la madrugada por alguna pesadilla. Tiendo a reciclar en muchos sentidos y me he desnudado para ponerme un vestido de flores de cerezo que no hace otra cosa más que aumentar mis ganas de conocer Japón y quedarme parada en medio de una transitada calle durante un minuto hasta que el obturador de la cámara se cierre y alucinar que ese efecto en verdad habita mi mente.
Me gustaría perderme en Japón y guiarme como un perro que ademas de oler, podría intuir, de las veinticuatro horas veintitrés me las paso divagando entre posibilidades, realidades imaginarias con gente imaginaria y que tengo la creatividad de una niña de cuatro años- me digo- pero ni yo misma entiendo de que voy.
Llorar desata nudos, alivia pesares y esclarece escenarios, piensa que el agua es una bendita cosa que tiene el poder de dejar pulcro lo que toca, aunque de pulcro yo no tengo nada mas aun así espero poder bailar cuando visite Japón y por que no, cumplirme el sueño de rodearme solo de cerezos japoneses.