16 de agosto de 2016

Líquido cefalorraquídeo vol.3

Desnúdense todos, denúdenme a mi, estoy segura que poco o nada me importaría infringir una ley cuasi moral pudorosa en este mundo dominado por vendas en los ojos y tapones en las bocas.
Dejenle a los colibríes direccionarse en los cuatro puntos cardinales habidos, déjennos a nosotros ver irrigar la sangre por los vasos capilares, y pintenme de azul la piel, o de rosado si lo desean, y sigan despojándome de mis ropas, desnúdense ustedes, sin prisas pero con vehemencia, vamos a ver cuánta equidad circula debajo de tantos paradigmas tejidos a punta de hilo y aguja reemplazados ahora por máquinas que hilan en tiempos menores, ¿ absurdas las diferencias que siguen arrastrandose mediante esas cadenas ya oxidadas y mohosas de tanto estar a la intemperie? Respóndanse solos, pero también cuestionense hasta que se les canse la lengua (o duelan las sienes como en mi caso), miren con las pupilas diatadas, como los gatos al anochecer, tiren ese hilo de pescar mas allá de sus narices hasta que el lago permanezca tenue, pero sobretodo, recordemos que la vista siempre puede agudizarse más y más ( quien sabe que tanto más).