Tenía 9 años y una falda hasta el piso
No reir era excusa para perseguir.
De 24 horas, 18 eran bromas, tenía el vestido rojo de oliva también, el cabello corto y un gato a quien debia darle de comer. Cepillaba su pelaje dos veces al día, me decian charlatana por hablar hasta los codos y mis libros Santillana, marcados y sin forro. Era la loca, la que juntaba los papelitos sin valor y que con pena guardaba peluches viejos y sucios en un cajón. Y una frase que repetia a mamá: No quiero crecer, por favor.